“Los jefes británicos no usan su posición para amedrentar”
Crew member, valet, bartender, manager o barista. Eder ha pasado por todos estos puestos desde hace ya más de dos años, cuando se mudó a Brístol para, sobre todo, aprender inglés. De hecho, su futuro más cercano tiene mucho que ver con esto último: “Quiero sacarme el Advance (certificado expedido por la Universidad de Cambridge), no porque lo necesite, sino para probar mi conocimiento del inglés, que fue lo que vine a mejorar.”
Eder, extremeño, oriundo de Plasencia, se trasladó a Madrid hace seis años para estudiar realización audiovisual en la Escuela Superior de Imagen y Sonido CES. Su formación le abrió las puertas de Mediapro, TVE, Antena 3 o Marca TV, lugar donde aprendió y disfrutó el oficio de mezclador de vídeo en directo. Su última (y mala) experiencia fue en una agencia de publicidad, de la que prefiere no dar el nombre porque guarda amigos allí: “Me sentía explotado, veía a mis jefes gastarse el dinero en caprichos mientras yo no cobraba ni un euro”, afirma, viéndose abocado a dimitir, momento que aprovechó para dar su salto al extranjero.
Durante seis años, Eder estudió inglés en academias, que fueron las que le pusieron a Brístol sobre la mesa, por su baja tasa de desempleo, la oferta cultural y las oportunidades profesionales. “Sin conocer a nadie, aterricé el 5 de septiembre de 2012”, indica con precisión una fecha que tiene grabada. “La primera noche se duerme mal”, manifiesta el joven que, agobiado por las nuevas circunstancias, optó por acudir a un parque y leer para despejarse. “En el albergue me puse a hablar con un inglés de origen iraní, que me sorprendió por lo abierto que era. Hablando como podíamos, porque yo no controlaba el idioma, terminamos de fiesta con unos españoles”, recuerda. Eder no agotó las cuatro noches que tenía reservadas en el Rock & Bowl, al que critica por falta de higiene. Había encontrado cuarto en el barrio de Easton.
Recién instalado, en una casa que compartía con una joven jamaicana (“El dormitorio no me encantaba, pero la chica me cayó bien y yo quería aprender inglés”), esperó a tener el número de la Seguridad Social para buscar trabajo: “Pequé de ignorante, pensé que no podía empezar a trabajar sin él, y quería que todo fuera legal después de mi última experiencia en Madrid.” Centrando su búsqueda en las grandes cadenas, consiguió trabajo en la cocina de un McDonald’s: “Tenía compañeros españoles, polacos e ingleses muy jóvenes, de aquí salieron mis primeros amigos. Cuando me vi más fuerte con el idioma, quise probar en el frente, pero no terminó de suceder y, a los seis meses, bastante quemado, renuncié.”
“Siempre me ha tocado madrugar”, dice Eder en referencia a sus jornadas laborales, que a continuación consiguió trabajo de aparca coches en un hotel. “Todos mis compañeros eran españoles, pero hablaba mucho con los clientes, además de aparcar unos coches muy chulos”, cuenta, aunque, cansado de la rutina, dejó el puesto ocho meses más tarde: “Me ofrecieron trabajar en recepción, pero ya quería trabajar de lo mío, así que decidí dejarlo e irme un mes de vacaciones a España.”
A su vuelta, no tuvo suerte en la búsqueda y, tras hacer una sustitución de friegaplatos, empezó a trabajar en la barra de una cervecería alemana. A los tres meses, sus jefes, muy satisfechos por su esfuerzo, lo promocionaron como manager, liderando un equipo de unas 14 personas. “Era difícil lidiar con los clientes y dirigir un equipo con alcohol de por medio, además de hacerse respetar siendo español”, declara Eder, que, sin embargo, logró aumentar las ganancias del bar.
Este plasentino, que se mueve más por la satisfacción personal que por la estabilidad laboral (“Esto no es mi profesión, me importa más estar a gusto que la posición y el dinero”), trabaja desde el pasado septiembre en una cafetería en la estación de Temple Meads. “Karen es la mejor manager que he tenido nunca”, dice de su actual jefa, a la vez que añade que el trato de sus superiores británicos ha sido más cordial que el de los españoles: “Aquí el estar por encima de ti no lo usan para amedrentar.”
Eder reconoce que se ha venido algo abajo y no busca intensivamente de su profesión: “Tener un trabajo sencillo hace que sienta que pierda el tiempo, pero no veo factible, de momento, trabajar de lo mío por el idioma. Quizás pueda si me centro en algo muy técnico o busco una puerta alternativa mediante cursos.” No obstante, siente el respaldo de uno de sus compañeros de piso, con el que trabajó en Madrid y con el que convive en la actualidad, junto a la pareja de este y su propia novia, que se unió a él en Brístol cuando perdió su empleo.
El plan de futuro más próximo de Eder es sentir reconocidos sus avances en el inglés con un diploma, aunque sigue en contacto con España por si surgiera alguna oportunidad. “Me gusta el clima español y mucho la gastronomía, es más, hago mis pinitos y así también lo sobrellevo”, cuenta con la mirada puesta en casa. “Echo de menos a la familia y me da rabia no coincidir con mis hermanos cuando estoy de visita, porque ellos también están fuera”, añade, no sin concluir con una asociación que ha hecho entre su gusto por una de las principales arterias de Brístol y sus orígenes: “Me gusta Gloucester Road por el comercio local, algo que Extremadura solía tener, aunque ahora lo está perdiendo, como a los jóvenes.”
Artículo escrito por Antonio Pozueco
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Si conoces a alguien que quiera explicar su experiencia (positiva o negativa) viviendo en UK, mándanos un email 😉
Categorías:Entrevistas, Españoles en UK
Hay un grupo de facebook que justo se llama «Españoles en Edimburgo»… creo que es lo que buscas. Saludos
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hola me llamo Víctor i estoy mirando para irme allí a Edimburgo a trabajar i a becarme un poco la vida ya que aquí en España no hay mucha suerte.
me gustaría dejarte mi mail para que pudiera tener contacto con algún español en Edimburgo i así poder tener un poco mas de seguridad allí
mi mail es victorcatala_10@hotmail.com
muchas gracias un saludo.
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